Autora:
Diana Gómez Calderón

El país aún muestra retos importantes en la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado, a su vez, en el reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado y de cuidados. Esto porque los mercados laborales se han constituido bajo la legitimidad de un sistema desigual y jerárquico. El quinto Objetivo para el Desarrollo Sostenible (ODS) trata sobre la igualdad entre los géneros, incluyendo el reconocimiento de los trabajos no remunerados, la economía y el patrimonio. Por tanto, en la coyuntura actual del Bicentenario, compete una reflexión sobre los obstáculos que aún presentan las mujeres para la igualdad en los mercados laborales.

Como punto de partida, observemos en la gráfica 1 que del conjunto que conforma la fuerza de trabajo, las mujeres se ubican en una posición desventajada, en su mayoría están fuera de la fuerza de trabajo y predominan en el desempleo. Hay que notar que ante la crisis laboral por Covid-19, las mujeres fueron las más golpeadas (Estado de la Nación, 2020). Notemos en el grafico 1 que en el 2020 su ocupación bajó 4,6 puntos porcentuales, actualmente, los hombres se ocupan 1,72 veces más que ellas. De las mujeres que no realizan ninguna actividad remunerada, el 32,9% notifica que el motivo principal son las “obligaciones familiares” [1]. Esto nos indica que ellas continúan subordinadas a los trabajos invisibles, no reconocidos y no remunerados dentro de los hogares.

Gráfico 1. Costa Rica: porcentaje* de condición de actividad por sexo según años 2019, 2020 y 2021

*Porcentaje sobre el total de consultados por año

Fuente: elaboración propia a partir de ECE III trimestre 2019, III trimestre 2020 y II trimestre 2021

El supuesto de que la experiencia y las cualificaciones son los requisitos fundamentales para incluirse en los trabajos remunerados y tener mayor ascenso laboral parece no aplicar o ser insuficiente cuando se trata de las mujeres. Por un lado, de la población desempleada con experiencia, ellas concentran el 54,8%. Por el otro, aunque en el caso costarricense las mujeres han acaparado las oportunidades educativas [2] (38% con algún título profesional [3]), no hay correspondencia con la jerarquía laboral [4].

El factor credencial, sin duda, les ha permitido ingresar en la más alta jerarquía [5], esto se explica porque sus altos niveles educativos les ha permitido ejercer en puestos profesionales, altamente valorados. Sin embargo, en el resto de la estructura se mantienen supeditadas a los puestos de más bajo nivel, incluso, protagonizando la jerarquía más baja. Esto nos revela que precisamente por incorporarse “tardíamente”, entran en posiciones subvaloradas a una estructura que se ha configurado bajo las normas de dominación patriarcal [6]. Es decir, las mujeres al ingresar son sometidas a este orden, con la desventaja de considerarse “natural”, se les delegan funciones relacionadas con la feminización y asociadas a menor prestigio [7].

Gráfico 2. Costa Rica: estructura laboral jerárquica por sexo*, II trimestre 2019

* Correlación de Pearson directamente significativa .046**

Fuente: elaboración propia a partir de ECE II trimestre 2021

Los mercados al ser competitivos (Pérez-Sáinz, 2013) reflejan que las garantías y los derechos laborales están también en disputa, es así como, las ocupaciones en las más bajas jerarquías son las que presentan las peores condiciones laborales. Las mujeres han ido ingresando a los mercados de trabajo en las posiciones más subvaloradas, mientras que los hombres van ascendiendo en la jerarquía, acaparando los espacios de “privilegio”, que significan: mejores garantías laborales, mayor remuneración y mejor posición laboral. En esta línea, del 17,9% de las mujeres que está incluida en los mercados laborales, menos de la mitad goza de buenas condiciones laborales. A consideración, estos indicadores son preocupantes ya que la feminización del trabajo limita su autonomía económica y social. Por su parte, la feminización del trabajo ha convenido para sostener la economía global masculinizada (Sassen, 2003).

En este sentido, el carácter simbólico toma relevancia porque existe un “pacto patriarcal” (Segato, 2017) que desconfía de las mujeres y recompensa a los hombres lo cual, para esta reflexión, se vuelve tácito en la estructura laboral. Las mujeres tienen menos oportunidades por discursos y prácticas que las inferiorizan constantemente en las áreas de trabajo (Flores-Estrada, 2007). En este sentido, nuestra sociedad sigue dividida por el género impuesto. Las políticas sociales han incorporado muy lentamente a las mujeres a los trabajos remunerados y no ha resuelto el reconocimiento y la remuneración del trabajo doméstico y cuidados.

Con el Bicentenario, Costa Rica debe dar un salto decidido a solucionar las desigualdades de género. Para ello, el mundo laboral necesita una reestructuración, pues está organizado de acuerdo con la perpetración del poder y no con los derechos universales. Esto quiere decir que ha legitimado la inclusión desigual y jerárquica de las mujeres, y a su vez, los múltiples trabajos no reconocidos. Por lo que las remuneraciones y las garantías justas deben ir de la mano de la (re)valoración social de las mujeres tanto en la estructura laboral reconocida como en la no reconocida (la familiar).

Notas:

[1] El 1% de los hombres se ausentan del trabajo por “obligaciones familiares”. Motivos personales por viajes o estudio corresponde al porcentaje más alto de los hombres (25,7%) para estar fuera de la fuerza de trabajo.

[2] Excepto en el nivel de posgrado.

[3] Técnico, diplomado, bachillerato, licenciatura, especialización, maestría o doctorado.

[4] Las jerarquías son una propuesta metodológica para analizar la incorporación a los mercados laborales por medio de una escala de 0,4. Para este caso se escogieron las siguientes variables de la ECE II trimestre 2021: seguro por trabajo, horas laborales, posición laboral, estabilidad e ingresos.

[5] Esto se comprueba por la correlación de Pearson entre sexo y la variable categoría laboral, con una relación inversamente significativa de -.156**.

[6]Aspectos como las maternidades y los cuidados se han configurado incompatibles con el trabajo remunerado.

[7] Anteriormente Gómez-Calderón y Mora-Padilla (2016) identificaron que las discriminaciones contra las mujeres en los espacios de trabajo (aquellas incluidas) están trazadas también por aspectos simbólicos, discursivos y posición laboral que no les permite ascender o percibir salarios justos.

Referencias:

Flórez-Estrada Pimentel, María. (2007). Economía del género : el valor simbólico y económico de las mujeres. Editorial UCR. http://biblioteca.clacso.edu.ar/Costa_Rica/iis-ucr/20120725012806/economia.pdf

Gómez- Calderón, Diana y Mora-Padilla Graciela (2016). Situación laboral con enfoque de género en la CNFL: un análisis desde la calidad de empleo y la división sexual del trabajo para el diagnóstico de discriminaciones laborales [Tesis de Licenciatura, Universidad de Costa Rica]. http://repositorio.sibdi.ucr.ac.cr:8080/jspui/handle/123456789/5776

Pérez-Sáinz, Juan Pablo. (2014). Mercados y Bárbaros. La persistencia de las desigualdades de excedente en América Latina. FLACSO Costa Rica. https://flacso.or.cr/wp-content/uploads/2014/11/mercados-barbaros.pdf

Programa Estado de la Nación. (2020). Informe Estado de la Nación 2020. San José Costa Rica. https://estadonacion.or.cr/informe/?id=2c63d393-6c6d-4a24-bfa0-a3facd5d0afb

Segato, Rita. (16 de abril de 2017). Entrevista en programa "La inmensa minoría". Radio con vos. FM 89.9. Buenos Aires- Argentina. https://radiocut.fm/audiocut/entrevista-a-rita-segato-en-la-inmensa-minoria/

* Este texto es de carácter de opinión, responsabilidad de cada autor/a.